martes, 20 de julio de 2010

Algo que jamás terminará...

Porque no sabemos cómo ni cuándo pasó, pero sí sabemos que los queremos.
Porque hoy no hay más que una necesidad enorme por estar con ese amigo que nunca nos dejó solo.
Por esas…
Palabras de consuelo, palabras de aliento, palabras de unión, palabras de cariño, palabras de psicólogo amateur que te dejan pensando, palabras sinceras, palabras que te hacen recapacitar y considerar que algo mal hiciste, palabras con sólo escucharlas te cambian el humor, palabras que te emocionan; esas palabras que llegan al corazón.
Miradas de cómplices, miradas que están para guiarte, miradas que nunca dejan de ser generosas, miradas de no te dejan caer, miradas que nunca terminan de encubrir algo tan sincero como el cariño.
Por esos…
Recuerdos si los habrá, esos de los que te acordás y empezás a reírte solo, de esos que al mismo tiempo te avergüenzan, pero lo volverías a hacer.

Para ese amigo que cumple más de un rol:


El de psicólogo amateur que te escucha y te hace reflexionar con una frase o una pregunta que hasta ese momento no te la habías hecho.
El que se leyó todos los libros de autoayuda y te explica que lo que te está pasando es algo bueno, aunque vos te estés muriendo del dolor, porque “lo que no te mata te hace crecer más fuerte”.
El de conciliador que sabe que no le vas a pedir perdón por orgullo y deja atrás el suyo para darte un abrazo y decirte que siempre va a estar a tu lado, más allá de las peleas.
El de médico que trabaja en la guardia. Ese que está disponible las 24 horas, el que sabés que te va a atender si lo llamás a las 3 de la mañana porque te peleaste con tu novia/o y necesitás desahogarte con alguien de confianza.
El de acompañante de aventuras que más de una vez te sacó de tu casa y te llevó a un lugar raro, extraño, pero muy divertido para que se te pase todo ese malhumor o angustia que tenías.
El de hermano confidente al que le podés contar tus secretos y te quedás tranquilo porque sabés que no va a decir nada.

Y el resto de AMIGOS que nos permiten caminar acompañados y nos hacen sentir bien. Los que nos abrazan y al oído nos dicen lo mucho que nos quieren; los que no lo demuestran con tanta facilidad, pero sabemos que es así; los que no nos fallan; los que admiramos por tener en claro cosas que a nosotros nos cuentan entender; los que siempre tienen una sonrisa o una palabra de aliento; los que nos recuerdan que amistad es confianza y amor; los que nos dan sin pretender nada a cambio (Como dice Fito Páez: Dar es dar, es encontrar el alguien lo que nunca encontrás).

A ese afecto le debemos el 60% de nuestra felicidad sólida y duradera. Ese afecto que hace efecto en nuestras vidas y que está a en mí ahora, que me acompaña día a día, que está a mí lado. El que nos define. Ese amigo con el que compartimos una historia en común.
Esa persona que está integrada en nuestra vida. La que nos dice: “Deja atrás el ayer y sus errores, viví el presente”.

Esos amigos que nos permiten "sentir la clase de amor por el que la gente muere sin dudarlo”.
Para todos los amigos, los que están cerca, los que están un poco lejos, los que siempre estuvieron, los que van a seguir estando.
Los de la infancia, los de la secundaria, los de la facultad, los nuevos… los de la vida.
Gracias.

"Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa este de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
El mundo es eso- reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden en la vida con tantas ganas, que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende".

El mundo, por Eduardo Galeano.

martes, 6 de julio de 2010

Spoiled

Tanto fue el amor que te dí que ahora ya no me queda más que el dolor. Pienso en los momentos de angustia que viviste cuando ella te dejó. Se fue sin darte explicaciones y ahí siempre estuve yo. Te aconsejé, te llene de buenos momentos y organicé mis tardes libres para dedicártelas a ti.
Se ve que no bastó tanto cariño, tantos momentos de compañía, porque ella volvió y me dejaste. Ver que no valió la pena me lastima. Podría decir que me utilizaste y que estuviste a mí lado con la intención de olvidarte de ella, pero eso sería pensar en ti y no acordarme de mí.
La desesperación, la angustia y el abandono te llevaron a recorrer los caminos de la perdición. Te tomé de la mano y abracé tu dolor para convertirlo en la tristeza de los dos. Compartimos momentos buenos y malos, fue precisamente eso lo que nos unió.
Hoy estoy perdida, ella volvió para buscarte, te confundió y te hizo pensar en el pasado. Mientras tanto, yo seguía aferrada a la ilusión.
Ella regresó para cambiarlo todo. Se encontró con otro hombre y logró que volvieras a ser el de antes.
Pero no puede aparecer y estropear toda la felicidad que construimos juntos. Te pedí que no se lo permitieras, porque iba a lograr que la angustia se llevara lo poco que tenía. Y no me escuchaste.

Eres su victima, ahora también lo soy yo. Permitiste que nos separe, que desarme nuestros proyectos, los sueños; el amor que comenzamos a construir cuando ni tú ni yo sabíamos que lo podíamos lograr.
Sus mentiras te agobiaron y su victimización me desesperó. Estuvimos presos de una relación que se llevó mi alegría, pero no mi amor. Luché para sacarte del dolor, pero no me ayudaste y lo perdimos todo.
Estoy estropeada por tu falta de amor, por tus caricias, por tu pasión, por todo lo que me dabas y hoy ya no tengo. Dónde quedó nuestro amor, cuánto tiempo más perderé intentado olvidarte.
El amor que te di es difícil de dar y sin embargo te lo entregué. En mi corazón vivirás hasta que renuncie y entienda que no volverás.
Es eso lo que espero, que me dejes y que no me sigas. Ve con ella, estropea tu vida, pero no vuelvas para estropear la mía.
No hay más oportunidades. De ahora en más sólo seremos dos desconocidos que un día intentaron ser felices uno al lado de otro. Podemos caer una vez ante el engaño y el dolor, pero dos veces no.