lunes, 25 de abril de 2011

Ana no lo vio nacer

Ella se siente sola. Está más triste de lo que piensa y no cree que pueda volver amar. Sueña con una familia llena de hijos, pero sabe que por el aborto que le practicaron hace unos meses no podrá ser madre.

-Miento si digo que lo quería tener, pero también miento si te digo que estoy feliz por lo que hice- Asegura mientras toma el último sorbo del café doble que se pidió.

Tiene 17 años y una vida llena de malos momentos. Todo comenzó cuando lo conoció a Hernán, un chico cuatro años mayor que ella.

-Fue un flash cuando lo conocí. Es el hermano de una de mis compañeras del colegio y el único novio que tuve... Para que me entiendas, fue el primero y el último, porque me lastimó tanto que ya no tengo ganas de sufrir por otro hombre-.

Hernán tenía 18 y ella 14. Él fue quien le enseñó a fumar, a tomar cerveza, fernet y vino. También le mostró que además de amor hay pasión y que a veces la adrenalina está en hacer cosas prohibidas.

-Toda su familia tienen causas por robo, asesinato y uno de sus tíos por violador- Lo dice consciente de cada enumeración, pero destaca que su ex novio era diferente.

-Él se quería salir de toda esa porquería. Me pidió más de una vez que no me metiera y yo, sin embargo, preferí seguirlo- Dice que Hernán es un chico bueno y que si hoy está preso es por culpa de su padre, quien lo metió en el mundo del delito cuando tenía 12 años.

-A el viejo le convenía mandarlo a él que era menor. Es un tipo que siempre se lavó las manos. Para que te des una idea: Una vez entregó a su hija, la mayor, diciendo que ella era la que mandaba a los pibes del barrio a robar. Todo para que no lo metieran preso a él- La bronca que sale por su boca muestra el repudio y el dolor que le provoca hablar de su ex suegro.

Ella tiene un papá, una mamá y dos hermanos. Vivía en una casa en la que nunca le faltó ropa limpia y nueva. Tampoco le faltaron caprichos por cumplir, ya que al ser la única hija mujer, era la consentida de Oscar, su padre.

-Tengo una familia de oro. Ellos no tienen la culpa de que yo me haya metido en las malas-.

Ella es adicta al paco. Tiene cinco tatuajes y siete aritos en cada oreja. El color de su pelo no lo recuerda, se lo cambió varias veces. Pasó por el colorado, el caoba, el rubio ceniza y terminó con el negro azulado. Es delgada, alta y con curvas que merecen un halago.

-Me tendrías que preguntar qué drogas no probé. Con Hernán nos pasábamos horas fumando y tomando menjunjes que le enseñaron a preparar los pibes con los que se juntaba-.

Le cuesta reconocer que todo lo que hacía era por los demás y no por ella misma. -Sí, era muy chica y para mí él era un dandy. Yo creía que él se las sabía todas, que era el hombre más fuerte e importante de todos, porque lo veía como muy masculino, lleno de atributos...-.

Hernán la llevó a los lugares más lindos y a los que ella nunca hubiese ido sola. Antes de que la policía lo arrestara por entrar a la casa de uno de sus vecinos a robar electrodomésticos, dinero y joyas, él le prometió que se casarían, tendrían seis hijos y se irían a vivir al sur.

-Esa noche fue hermosa, hicimos el amor soñando tenerlo todo, pero al otro día él cayó preso y yo me quedé sola y embarazada-.

Cuando se enteró que estaba en la dulce espera, ella maldijo a Hernán y después a su fertilidad. Pensó en guardar el secreto hasta que se pudiera quitar al hijo que llevaba algo más que su sangre, pero para eso necesitaba dinero y un contacto.

-Hernán me llevó a un lugar en el que te internan un par de horas hasta que te lo sacan- Ella habla de su bebé como si fuera un estorbo, no le guarda ni una cuota de cariño, sólo resentimiento y desgracia. -No lo quería y no lo quiero- Repite cuando le preguntan por su hijo.


-Mirá, muchas veces se me vienen las imágenes a la cabeza. Abortar no es nada lindo, ¿si? Pero yo no estaba preparada para ser madre y esa fue la salida más rápida que tuve y hoy pago por ese error, porque las marcas me van a quedar para toda la vida-.

Ella no quiere saber nada con los hombres. Desmiente todo lo que dicen en el barrio de su ex novio. Admite que siempre quiso tener una familia grande, con niños corriendo por la casa y con un perro.

A Hernán no lo ve desde aquel 14 de junio, fecha en la que cayó preso, tampoco ve a su familia. Vive con sus abuelos lejos del barrio que la vio nacer, crecer, enamorarse, sufrir y desaparecer. El amor le regaló una vida, pero ella no lo quiso así. Ahora vive en la desventura del camino del olvido. Ya no tiene sueños, pero quiere tenerlos algún día.

-Eduardo Galeano dice que "aunque no podamos adivinar el tiempo que vendrá, lo que tenemos, al menos, es el derecho de imaginar el que queremos que sea”-.




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