jueves, 7 de octubre de 2010

El refugio

“No nos enseñan a amar, por eso cometemos más de un error y terminamos valorando al otro cuando ya no está”, mencionaba a menudo cuando recibía un tirón de oreja.
“A los 6 años mi mamá me preguntó si podía definir amor y le dije que era algo que te pasaba si te portabas bien y eras bueno con los demás. No sabía de qué amor me hablaba. ¿El de un hijo por un padre? ¿El de un hermano a otro? ¿El de un padre por un hijo? ¿Cuál?”.A los 17 creía otra cosa. Ya no hablaba del amor por la familia, se refería al amor que una pareja se podía tener. “Un día mis sentimientos cambiaron. El dolor se unió al goce y a otras sensaciones más profundas. Estaba perdida en un mundo lleno de sueños. Eso era amor, mi nuevo amor”.A los 30 y con un poco más de experiencia aceptaría que su orgullo fue más fuerte y que por eso lo perdió todo.
Lo profundo quedó a medio camino y no hubo despedida. Se alejó del lugar y resistió la separación. Encontró el refugio. Los sueños fueron su salvación. Era su mundo, estaba lleno de felicidad. Cada sueño era una historia y cada noche una nueva manera de volver a empezar.
Eran inventos, eran efímeros. “En esos sueños me encontraba con los que alguna vez me amaron y a quienes más de una vez temí perder. Despertar era lo que no quería, pero sucedía. Me armé en la cabeza más de una escena y traté de recordarla antes de cerrar los ojos”.Lo auténtico ya no existía, quien la viera sólo encontraría los restos de una persona que una vez conoció el amor. “No sé muy bien cómo definir los sueños. Los míos tienen que ver con la nostalgia, con aquellos recuerdos que no los puedo borrar”.¿Será que olvidamos lo que queremos recordar y recordamos lo que queremos olvidar? Antes de acostarse se bañaba y tomaba un té. Todas las noches era la misma rutina.
“Una noche no soñé. Una pesadilla. Dos días sin recordar el paisaje, las luces, las conversaciones con todas esas personas, las grandes sensaciones. Y cada día que pasaba me liberaba aún más de los sueños”.Todo indicaba que el día de la resistencia estaba cerca. Había pasado mucho tiempo y se despertaba enojada y pensaba que lo mejor sería rendirse y dejar que todo se vaya a ninguna parte. Pero hacía mucho tiempo que se había rendido y estaba en ninguna parte.
Los sueños que le daban tanta felicidad dejaron de existir. Ahora vivía en un mundo de pocos y ciegos momentos memorables.
Una enfermedad fue parte de su agonía. Ya no caminaba, eran pocas las cuadras que podía recorrer antes de que sus piernas se rindieran y la dejaran tirada en una cama.
Los días se tornaron aún más difíciles y dolorosos. Los 30 quedaron atrás.
Regaló cuadros, zapatos, pantalones, bolsos y hasta su sonrisa. Se hundió con un adiós que nunca pudo decir y vivió toda su vida de los recuerdos.
“Mi cuerpo se entrega y mi alma resiste”. Aún no sabía para qué resistía: “¿Uno resiste para encontrarse con uno mismo o simplemente lo hace para sobrevivir?”.Uno resiste cuando ya nada nos queda, ni siquiera la esperanza. Ella no decide, simplemente se aleja y no se escapa del silencio. A dónde quedó su refugio.

1 comentario: