jueves, 25 de febrero de 2010

Somos como somos

"Veteranos del pánico, optimistas con reparos, fanfarrones familieros, amantes de la televisión aunque fieles a la radio". Una encuesta realizada por el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), allá por los 90, tenía como fin hacer un perfil de cómo es y cómo se ve el argentino promedio. Participaron más de mil personas: hombres y mujeres de entre 15 y 69 años, de todos los niveles socioeconómicos, de la Capital, el Gran Buenos Aires y las principales provincias del interior.

Los resultados dejaron en claro que el argentino se preocupa por la corrupción, la desocupación, la inseguridad y se define como familiero y amistoso. Pero los que vienen de afuera nos definen como chantas, soberbios, engreídos, improvisados y tacaños.

"Así somos los argentinos. Iguales al resto de los mortales. Lo que quizás nos diferencia de otros pueblos es la necesidad obsesiva que tenemos de explicarnos cómo somos", define el dramaturgo Roberto Cossa.

Otro aspecto que destacaba la encuesta es que los argentinos son bastantes tradicionales a la hora de pensar en el hombre y la mujer ideal. Ellos las prefieren jóvenes y con curvas. Ellas los quieren maduros y con buena situación.

"Democráticamente inmaduros, crecientemente apolíticos, sexualmente correctos... ARGENTINOS".

Es que la radiografía muestra que el argentino promedio es muy casero, prefiere la compañía de la radio, no perdonaría la infidelidad aunque opina que el adulterio aumentó en la última mitad de siglo. Descree absolutamente de los políticos y se siente huérfano frente a un Estado cada vez más ausente. Repudia la violencia, se considera mucho más apolítico que sus padres y abuelos, agradece al periodismo su papel de denuncia contra la corrupción, pero critica a los medios de comunicación por su creciente sensacionalismo. No están contentos con el mundo que les toca vivir pero, de volver a nacer, elegirían ser argentinos.

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